domingo, 20 de diciembre de 2009

Epílogo

Camino de sangre

(Narrador)


Todo quedó en silencio, los pájaros dejaron de entonar sus cantos, los motores de los coches se silenciaron, todos los peatones callaron, pero ese silencio tan sobrenatural tan solo duró un segundo, después todo fue un caos, varios gritos rompieron el silencio, todos fueron corriendo hacía ese lugar…

El cuerpo de una chica de apenas unos 14 años, un cuerpo visiblemente dañado, extremidades en posturas extrañas, y un cerco de sangre alrededor de la cabeza de la chica avisaban de lo mal que se encontraba. ¿La suerte? Estaba al lado del hospital. ¿La mala suerte? La caída le había roto el cuello, su corazón ya no latía, su respiración ya no se percibía. Y mientras una sombra observaba todo desde la azotea del hospital, con una media sonrisa, se alejó del lugar del crimen, y fue decidido a una habitación en la que solo había estado una vez antes. Una chica reposaba dormida en una cama, en su cara se vislumbraba el agotamiento y el sufrimiento que unas semanas habían provocado en ella, el chico la besó en la frente, y más tarde en los labios, llevó la mano de la chica a su mejilla mientras le susurraba al oído que nunca la había dejado de amar. En la mano de la chica dejó un sobre, y se fue por dónde había entrado, se fue para no volver a ver al amor que le había hecho cometer grandes atrocidades.


Los policías tiraron la puerta de la casa, la registraron, al llegar a la habitación de Roberto él yacía en la cama con la muñeca ensangrentada y una cuchilla en la mano.

Llegaba el momento, el cuerpo estaba ya en el ataúd, lo iban a cerrar.

-¡Esperad!-dijo una chica, la hermana de la fallecida.

Se acercó hasta su hermana y depositó en sus manos la carta que Rob había dejado en sus manos semanas antes, la cual recitaba la amenaza que había dado comienzo a toda esta historia “Haré que Sonia muera de una manera u otra.” Después se apartó e hizo un asentimiento de cabeza, cerraron el ataúd, y lo introdujeron en el agujero que había al lado, esa fue la última vez que se vio el rostro de Sonia. Esa misma noche su hermana se ahogaba con una almohada, y sus padres, los cuales había perdido todas las ganas de vivir, hacían un suicidio en pareja con las pastillas para dormir.


Carlos... la única persona que no ha muerto, la única persona que se ha librado de este baño de sangre... un chico que amaba a Janny, un chico que recivió tratamiento psicologico y salió adelante, aunque nunca estubo con ninguna chica, su corazón pertenecía a Jenny, y Jenny había muerto con él...


¿Se encontrarían algún día en algún lugar? ¿Volverían a ser felices juntos, aunque fuera en la otra vida? Quien sabe, tal vez haya un Dios, tal vez haya otra vida, pero solo tal vez… Yo solo os cuento lo que sé, os cuento una historia de amor lunático que marca con sangre su camino.

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