martes, 20 de octubre de 2009

Capítulo 18

Footing

(Punto de vista de Jenny)


Los días transcurrían aburridos, me pasaba las horas sentada en la repisa de mi ventana con la cabeza apoyada en el cristal mirando un punto indefinido de la calle. En esa calle había transcurrido mi infancia, crecí apartada de la tecnología, tuve suerte, aunque hay gente que no lo entiende… no tuve vicio alguno, me pegaba las horas en el jardín o en casas vecinas, en ese barrio había vivido junto a mis amigos grandes aventuras, sonreí para mis adentros, cuanto echaba de menos la infancia, todo el mundo tiene prisa por hacerse mayor cuando se llega a la adolescencia, no se aprecia lo feliz que se es jugando y correteando…

Miré la hora, pero fui incapaz de vislumbrar los números, probé otra vez. Las cinco de la tarde, hora de levantarse y movilizarse un poco. Al día siguiente tenía examen de Física y Química pero apenas me apetecía estudiar, me levanté y me estiré. Me quedé de brazos cruzados viendo el desorden que había en mi habitación, tampoco me apetecía recoger… pensé en el porrón de trabajos y deberes pendientes que tenía, bostecé. Con lo poco espabilada que estaba era capaz de dormirme. Caminé hacia el armario y saqué un chándal, después de dirigí a la mesa del ordenador, tras revolver todos los papeles que había sobre ella encontré el MP3, me vestí y encendí el aparato, sintonicé Los 40 Principales y salí a la calle. Hice unos calentamientos previos y algún que otro estiramiento y me puse a correr por la desierta acera. Ajena a todo lo que ocurría a mí alrededor iba tarareando la canción que tanto conocía de Melendi, había pasado por alto la hora, y el lugar en el que me encontraba, solo parecía recuperar mi mente cuando vi el descampado que había al acabar todas las calles de la ciudad, desde allí había por lo menos 15 Km. hasta mi casa. Me asusté, miré la hora, eran las seis, ¿cómo había podido correr tanto sin darme cuenta? Ahora que tomaba noción de mi cuerpo sentí mis gemelos doloridos, pinchazos en mis costados me avisaban de que tenía flato, mi respiración agitada intentaba oxigenar mi agotado cuerpo, puse las manos sobre mi pecho, mi corazón latía desenfrenadamente. Si no recordaba mal cerca de allí había un parque, fui andando en aquella dirección lenta y pausadamente, sentía que en cualquier momento me iba a dar algo, al fin logré alcanzar el parque y su verde césped, me tiré al suelo en cuanto puse un pie en la verde explanada. Debía de quedarme dormida ya que me despertó Carlos.

-¿Te has muerto ya?-dijo pegándome unas pataditas suaves en el costado.

Gemí, me dolía todo el cuerpo, intenté apartarme de él, giré hasta quedar boca arriba. ¿Qué hacía el en mi habitación? ¿Por qué me dolía tanto el cuerpo? ¿Eso que se oía de fondo eran… niños? Abrí los ojos y me incorporé con tanta rapidez que me mareé y me tuve que volver a tumbar, entonces recordé lo que me había pasado, oí una risa al lado mío, Carlos se lo estaba pasando en grande viéndome ahí tirada en el suelo, le lancé una mirada enfurecida y paró pero aún con una sonrisa tonta en los labios. Me tendió una mano y me ayudó a incorporarme.

-¿Cómo tú por aquí, Bella Durmiente?

-He ido a correr y me e despistado un poco…

-Y tanto… deberías volver a casa, son las ocho.

-¿¡QUÉ!?-miré mi reloj si creérmelo, tenía razón, mis padres se iban a poner como locos, después de todo lo ocurrido el tope era hasta las nueve.-Nos vemos mañana.

-Espera-dijo sujetándome de la muñeca, rápidamente me soltó y enrojeció ¿pero que le pasaba a este tío?-. Yo… ¿te vas a conectar esta noche?

Puse los ojos en blanco y resoplé.

-Si no he muerto sí.

-Vale, entonces te dejo ir.

-¡Adiós!-le grité mientras corría hacia mi casa, no se si él se despidió, porque corría con todas mis fuerzas, llegaría tarde y agotada, y mis padres me montarían un pollo por nada...

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