lunes, 17 de agosto de 2009

Capítulo 5

Secuestrada

(Punto de vista de Sony)


Pasaron unas horas hasta que Rob decidió volver a dar señales de vida, rato que yo aproveché para recuperar fuerzas.

-Toc, toc. Sé que estás despierta, el médico dijo que las drogas se pasarían en un par de horas.

Pensé en dar a conocer el que estaba viva o seguir con mi farsa, finalmente decidí abrir los ojos. Lentamente mis párpados se fueron abriendo dejando al descubierto mis ojos marrones.

-¿Por qué me haces esto?- dije sin rodeos.

-Yo solo quería hablar con tu hermana y ella me echó esta mañana, cuando ya me iba te vi caer. Cuando ella se separó de la ventana y fue corriendo al jardín yo miré a ver si tenías algo roto, mi padre es médico, y yo e aprendido mucho de él, cuando vi que solo estabas dolorida, lo que es normal tras caer de una ventana, te llevé a mi coche, ahora estamos en la casa de mis padres, ellos está de vacaciones, no volverán hasta dentro de una semana, para entonces estarás ya en tu casa. Tranquila te cuidaré bien, mañana te llevaré a casa.

-Pero yo quiero estar ya en casa.- Las lágrimas saltaron de mis ojos, haciendo que me escocieran y que me picara la nariz.

-Lo se… mira no quería secuestrarte ni nada de eso… solo quería que estuvieras atendida médicamente…

-Pero mis padres me llevarán al hospital, allí tendré cuidados médicos.

-No, te echarán hay gente más necesitada que tú, te darán el alta en seguida, yo conseguiré las medicinas que necesites y después te dejaré en casa.

No fui capaz de decir ni una palabra mas, me di la vuelta en la cama dándole la espalda y lloré amarga y silenciosamente.

-Emmm… te dejo sola con tus pensamientos…

¿Qué se supone que debería hacer? Podía quedarme allí, él había prometido llevarme mañana a casa, aunque no me fiaba nada de él, también podía intentar huir, auque si me decantaba por ese plan debería de quedarme un día más para recuperar fuerzas, así pues me decanté por una mezcla de esas dos opciones. Esperaría, así repondría fuerzas, si mañana no me llevaba a casa me escaparía, mientras tanto intenté parecer confiada. Pronto tuve una sed increíble, así que me levanté de la capa y de la habitación para buscar a Rob.

-¿Rob?

Pronto se oyeron unos pasos que se acercaban a la habitación.

-Me alegra ver que ya estás mejor, ¿qué quieres?

-Tengo sed, y me gustaría ir al baño.

-¡Oh! Sígueme, apréndete el camino, mira bajas las escaleras y es la segunda puerta a la derecha, y ya estamos en la cocina. Aquí tienes refrescos y comida, sírvete cuando y como desees. En la nevera tienes agua fría si lo deseas.

-Sí, claro.- Me acerqué con pasos titubeantes hacia la nevera, la abrí, estaba repleta de comida, pero no tenía apetito, busqué una botella o una jarra de agua, al fin encontré una botella de dos litros, la cogí.- ¿Y los vasos?

-En ese armario.- Señaló un armarito, la puerta estaba decorada con unas flores estilo hippy. Lo abrí después de haber observado la puerta, saqué un vaso azul y eché el agua, me la bebí de buena gana y sonriendo dejé el vaso en el fregadero, después volví a dejar la botella en la nevera y me dí la vuelta hacia Rob. Estaba apoyado en el marco de la puerta, la verdad es que era bastante atractivo, su pelo negro y aparentemente despeinado llamaba la atención a muchas chicas, pero lo más atractivo de él eran sus ojos, esos ojos marrones, que en una sola mirada te podía quemar. Sus labios reflejaban una sonrisa pícara, yo me sentí incomoda e incapaz de romper el silencio de otra manera le pedí que me condujera hacia el baño. Me acompañó hasta la puerta y me dijo que bajaba a hacer la comida.

Hice mis necesidades y me dí una buena ducha, estaba envuelta en una toalla cuando pensé que no tenía ropa limpia, no había visto mi mochila en ningún lugar, decidí salir, seguramente estaría en la habitación donde Rob había decidido alojarme. Recorrí rápida los pasillos con algo de vergüenza, hasta que me encontré con Rob en uno de ellos, llevaba mi mochila, los dos nos sonrojamos.

-Pensé que querrías ropa limpia.

-Sí, iba a recoger mi mochila, gracias.

La recogí con una sola mano mientras que con la otra evitaba que la toalla se moviera y no ocultara mi cuerpo desnudo. Volví al baño y me vestí rápidamente, después bajé a la cocina, allí estaba él, mi secuestrador, estaba cocinando una cosa que jamás había visto, pero que olía de maravilla.

-Ya casi está lista, si quieres puedes ir sentándote a la mesa.

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